Entre las fotografía que os enseñaba ayer de mi jardín (estas), os mostraba una de mi pequeño rosal The Fairy. Es una de las plantas que hoy por hoy más flores mantiene en mi jardín y, para mi, ha sido todo un descubrimiento.
Para empezar, yo no esperaba que fuera un rosal con flores y hojas tan pequeñas. Cuando lo vi por primera vez, me quedé sorprendida. Y como entonces no tenía flores, me pareció insignificante.
Un día lo encontré en la estantería de liquidaciones del vivero, un poco mustio y sin flores. Como me apetecía conocerlo mejor lo compré y lo llevé a casa. Tras limpiarlo y cuidarlo comenzó a formar capullos. Unos capullos diminutos, ¡más pequeños que un garbanzo!
Pero cuando se abrieron las rositas eran preciosas, delicadas y llenas de pequeños pétalos. Realmente parecía la flor de un cuento de hadas.
Esta es la historia de mi rosal, una verdadera delicia de planta que nunca me cansaré de aconsejar.
Y como mi imaginación es grande y cualquier rincón puede transportarme a un cuento, no os perdáis esta entrada en la que os enseñaba un jardín en el que podría vivir Blancanieves o la Bella Durmiente.