¿Os imagináis el bosque donde Blancanieves vivía con los siete enanitos? ¿O el claro del monte en el que la Bella Durmiente conoce al príncipe y juntos bailan un vals? Pues el entorno de este restaurante podría servir de escenario para cualquiera de las dos historias.
El edificio es un antiguo batán, albergaba una maquinaria que funcionaba mediante la corriente de agua y se utilizaba para compactar los tejidos de lana. Hoy en día no tiene funcionalidad textil, pero conserva la vieja noria que movía sus engranajes.
En el bosque circundante abundan encinas, sabinas, chopos, tejos y pinos. El sotobosque lo conforman endrinas, grosellas, moras, limoncillos y diversas hierbas silvestres.
Visitarlo en primavera es sumergirse en el mundo de las flores y las mariposas. Ahora, en otoño, es un paisaje tranquilo y encantador, con un colorido otoñal que le da al bosque un aire mágico y misterioso.
Algún día os comentaré lo bien que se come aquí, de momento os dejo algunas fotografías del entorno, una auténtica joya.