La primera mitad del siglo XX viene marcada por dos hitos desastrosos para toda la humanidad: las guerras mundiales. La envergadura de una propiedad como Chatsworth, sus inmensos recursos económicos y su situación geográfica la convierten en lugar de refugio. Sus lujosas instalaciones se reconvirtieron en improvisados albergues, colegios y hospitales. Las obras de arte se llevaron a buen recaudo fuera de Londres y los hombres, tanto los de la familia Cavendish como los humildes sirvientes y granjeros de la propiedad, tuvieron que luchar en el frente. Son tiempos de penurias y dramas que provocaron la caída de muchas grandes casas, pero que no pudieron con Chatsworth House. Tampoco los periodos entre guerras fueron tiempos felices.
Ni las guerras ni los acontecimientos familiares permitieron que la primera mitad del siglo XX Chatsworh House brillara como antaño
Inglaterra 1923, Fred Astaire y su hermana Adele son una famosa pareja de baile que llega desde Broadway para actuar en los escenarios londinenses alcanzando pronto el estrellato que ya gozaban en su país. Por entonces ella era la más famosa de los dos, tenía una personalidad seductora que conquistó al público londinense en general y cautivó, en particular, a Charles Cavendish, segundo hijo del noveno duque de Devonshire, quien la invitó a conocer a sus padres en Chatsworth. Dos años más tarde la pareja contraía matrimonio en la capilla de la casa.
Por entonces no era algo usual que un aristócrata se casara con una actriz y la noticia supuso un bombazo social. La prensa narraba su noviazgo como un romance de cuento de hadas y la familia mantuvo en secreto la fecha de la boda hasta la noche anterior, en que fue comunicada al servicio. Ya por entonces los fotógrafos se apostaban delante de la casa para cazar la foto del millón, como los paparazzi actuales.
El matrimonio duró 12 años, hasta que Charlie murió a los 38 tras una dura batalla contra el alcoholismo. De los tres hijos de la pareja, ninguno había vivido más de unas horas. Adele regresó a Estados Unidos, pero para entonces ya se fraguaba otro drama en la familia, esta vez entraba una Kennedy en escena.
A finales de la década de 1930 la sombra de la guerra comenzaba a posarse sobre Europa, pero la aristocracia inglesa se sentía segura con su fortuna y poder. En 1938, Billy Cavendish cumplió los 21 y como heredo del título y la gran propiedad de Devonshire, era el soltero más deseado del país. Ese mismo año llegó a la costa de Inglaterra una familia peculiar, los Kennedy.
Los británicos no habían visto antes muchas familias como los Kennedy. Eran uno grupo de nueve niños descarados, divertidos, irreverentes, con una madre atractiva y un notable banquero como padre a quien habían nombrado embajador en Londres.
Kathleen, su hija de 18 años, apodada Kick, era simpática, rebelde y brillante, tuvo un éxito inmediato en los altos círculos sociales. En grandes casas de campo como Chatsworth, donde los aristócratas mantenían el rígido protocolo del pasado, la llegada de alguien como Kick supuso un soplo de aire fresco.
No tardó en llamar la atención de Billy Cavendish, el hijo mayor de los duques. El heredero la presentó a sus padres en la casa familiar, pero la relación no resultaba conveniente. Billy era un lord inglés protestante y Kick una estadounidense de ascendencia irlandesa católica, religiones que no cuadraban con los intereses de sus respectivas familias.
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y los Kennedy regresaron a Estados Unidos. Un año antes de finalizar la guerra, Kick regresó para casarse con Billy. La ceremonia de celebró en mayo de 1944. Un mes más tarde él partió a luchar con el ejército de su país en Bélgica donde el 9 de septiembre fue alcanzado por un disparo y murió.
A pesar de la pérdida de su marido, Kathleen decidió establecer su hogar en Inglaterra consiguiendo encauzar de nuevo su vida tras tres años de duelo. En 1948 Kick subió a un avión rumbo al sur de Francia, el aeroplano atravesó una enorme tormenta y se estrelló contra una montaña provocando la muerte de todos los ocupantes. Ahora ella descansa en paz en el cementerio de la iglesia de Chatsworth.
El padre de Billy, décimo duque de Devonshire, nunca se recuperó de la pérdida de su hijo y tras la guerra no quiso regresar a Chatsworth. La antigua casa señorial, que había prestado servicio social durante la contienda, cerró sus puertas en un estado de considerable deterioro.
Chatsworth House se reabrió cuando Andrew Cavendish, padre del duque actual heredó el título y la propiedad. Eran los años 50 y el gobierno inglés de posguerra impuso fuertes tasas que golpearon a la aristocracia. Cientos de casas de campo se fueron al traste entre 1945 y 1960. Chatsworth, en cambio, resurgiría de sus cenizas y recuperaría el aspecto glorioso que conserva hoy. ¿Cómo? Os lo contaré en la siguiente entrada y os hablaré también de una nueva etapa de cambios en los jardines.
Imágenes: derbyshirelife
¡Qué gran trabajo y qué interesante!
Otra vez con la miel en los labios,..ya con ganas de leer el siguiente, menuda historia llena de mucha tragedia,..pero esa época fue así para muchísima gente.