Rosas silvestres son arbustos que crecen de manera natural en la naturaleza sin ayuda ni intervención alguna por parte de el hombre. Los rosales silvestres producen flores sencillas, generalmente con 5 pétalos. La gran mayoría son de color rosa aunque hay algunas excepciones con flores blancas, rojas o amarillas. Estas rosas salvajes son las progenitoras de las especies cultivadas por el hombre.
Dicen que la rosa es la reina del jardín. Probablemente son palabras de apasionados a estas flores que son realmente maravillosas, aunque el considerarlas las más bellas o no depende mucho del juicio personal de cada uno. De lo que no hay duda es que tiene un extenso número de seguidores y que es probablemente uno de los arbustos con más híbridos producidos por la mano del hombre.
Pero la rosa – tanto las rosas silvestres como las cultivadas – no sólo es un bonito arbusto para el jardín o una flor con la que hacer ramos para adornar el salón con floreros. De ciertas variedades de rosas se extraen aceites esenciales de gran beneficio para la piel por sus propiedades hidratantes y regeneradoras.
Las rosas silvestres que más se utilizan para extraer estos aceites de cualidades beneficiosas son en concreto dos especies: la Rosa affinis rubiginosa (Rosa mosqueta) y la Rosa canina.
Las semillas de las rosas silvestres (escaramujos) se emplean para destilar el aceite esencial que posteriormente se utiliza en cosmética o farmacia. El aceite también se puede utilizar de manera directa y es de gran ayuda en la cicatrización de heridas, quemaduras, lesiones de acné y otras afecciones de la piel.
El pericarpio del fruto (la cáscara que contiene las semillas) tiene alto contenido de ácido ascórbico y se puede tomar en infusión para tratar los síntomas de catarro, gripe y resfriados. También tiene propiedades diuréticas y laxantes.
El aceite de rosa mosqueta forma parte de la cosmética más exclusiva, si lees los ingredientes de cremas muy caras lo podrás comprobar, y estando al alcance en su forma más pura (el aceite esencial) es muy fácil incorporarlo a nuestra rutina de aseo diario para obtener todos sus beneficios.
El extracto de rosas silvestres se puede utilizar de manera directa tomando unas gotas con las yemas de los dedos y aplicándolo con un suave masaje sobre la piel o incorporándolas a la crema que utilicéis habitualmente para enriquecerla y hacerla más efectiva. Tanto a la facial como a la corporal.
Estos aceites se pueden encontrar en herboristerías o farmacias, pero es importante adquirir un aceite de buena calidad prensado en frío y refinado para eliminar impurezas.
El té de rosas silvestres también se puede encontrar en los comercios dispuesto en bolsitas para su uso, pero no resulta complicado prepararlo a partir de las bayas rojas o escaramujos que aparecen en los rosales cuando las flores maduran. A continuación te explico cómo hacerlo.
1. Recoger los escaramujos y limpiarlos cortándolos a lo largo y eliminando las semillas y fibras de su interior.
2. Esparcir las mitades sobre una superficie plana procurando que la parte abierta quede hacia arriba.
3. Cubrirlos con una tela para que pueda traspasar el aire y dejarlos secar durante una semana en un lugar soleado y bien ventilado.
4. Transcurrido este tiempo ya se pueden utilizar. Los que hayas de guardar mételos en una bolsa de plástico o frasco cerrado.
5. Para consumirlos como infusión, vierte una o dos cucharadas de escaramujos en una taza de agua hirviendo y déjala reposar unos minutos como harías con cualquier té.
6. También puedes utilizar los escaramujos rehidratados para preparar mermeladas, jaleas, o postres de rosa.