El otoño se ha establecido en el jardín como si fuera una nueva primavera y a las pruebas me remito. Un poco de lluvia, temperaturas más suaves y las plantas lo agradecen volviendo a florecer. Este fin de semana hemos tenido un tiempo agradable, unos ratos brillaba el sol, otros se nublaba, pero el clima invitaba a estar fuera. Vamos hacia el invierno y hay tareas que hacer: poda, limpieza, preparar esquejes, recoger semillas… De todo eso hemos hecho un poco este fin de semana, sin prisas y disfrutando la belleza con que el jardín nos obsequia estos días.
Adoro el contraste de verdes estos días, las thujas de los setos están llenas de hojas nuevas y dan una tonalidad preciosa. Es una lástima que haya que podarlos para mantenerlos en su justa medida, pero necesario. El ciclamen que hay ahora sobre la mesa del porche estuvo una semana dentro de casa y fue un error, me temo que ha cogido hongos y cada día que pasa tiene más hojas afectadas. Definitivamente, nunca más ciclámenes en el salón, quieren estar fuera pero protegidos del sol.
Los aeoniums han llevado mal el verano. Con una exposición tan soleada como tienen aquí quieren bastante agua y no la han tenido. Algunos tallos están casi secos pero otros, como estos, comienzan a recuperarse con las lluvias de hace unos días y las temperaturas más frescas.
La Portulaca oleracea resiste año tras año. Cuando compré la planta, hará dos o tres años, daba flores de varios colores: rojo, anaranjado, amarillo o blanco, ahora solo las da amarillas, ni una en un color diferente. ¿Alguien sabe por qué será?
Precioso contraste el de las abelias, blanco puro, y los cálices rojizos que persisten en la planta cuando las flores caen.
Flor de echeveria a punto de abrirse
Inflorescencias de Centranthus ruber, también conocida como milamores o valeriana roja, una planta incansable que florece desde la primavera hasta final de otoño. Detrás los tallos espinosos de la Euphorbia milii.
Las gauras rebosantes de flores. Cuando el aire mueve sus ramas largas y delgadas las flores se mecen suavemente y parecen mariposas revoloteando. Es una planta preciosa, pero en mi jardín sufre mucho con el calor y durante el verano no está muy bonita. Ahora es su mejor momento.
Algunos rosales vuelven a florecer, a pesar del ataque de oidio que está sufriendo y que se aprecia al final del tallo en esta foto. Esta es Alba García, una rosa de rosales Ferrer, una empresa familiar valenciana cuyo vivero de rosas os enseñé tiempo atrás, en este enlace.
¡Mi gran novedad! Después de viajar este verano a la Provenza regresé enamorada del estilo de los jardines del sur de Francia y estas sillas, recién llegadas a mi terraza pero con años de historia a sus espaldas, le dan ese aire romántico que tanto me gusta. Junto a ellas, en las macetas, herbáceas y suculentas varias. Detrás mi viejo naranjo lleno de frutos que comienzan a tomar color, este invierno haremos zumos.
Y esto es todo por hoy. Espero que el fin de semana haya sido bueno también para vosotros. Os espero mañana para contaros más cosas.
Unas fotos maravillosas como se nota el cariño que le dedicáis a vuestro jardín Un abrazo y a seguir disfrutando del espacioo
Bellísimo está tu jardín, Mónica, y tiene ese aire provenzal que tanto te gusta, se ve muy agradable no me extraña que lo adores y le hagas esas bonitas fotos.
El otoño es como una segunda primavera, tiene toda la razón, así que a disfrutarlo.
Un beso grande.
Excelente tu blog. Hermoso jardín!
Gracias por vuestros comentarios!