Menton es una tranquila localidad de la Costa Azul ubicada en el departamento de Alpes Marítimos, cerca de la frontera con Italia. Este rincón poco conocido del Mediterráneo destaca por su sencillez, a pesar de que se la conoce con el sobrenombre de La perle de France. Gracias a un microclima templado, Mentón es el lugar ideal para que todo florezca, por ello abundan los jardines por todos sus rincones. En las alturas de Menton, la villa Les Colombieres y su jardín conforman una auténtica obra de arte. Ferdinand Bac fue el artífice de esta maravillosa creación. La construyó entre 1920 y 1927 para una pareja de amigos y fue concebida como un homenaje al Mediterráneo.
En los albores del siglo XX, el clima privilegiado de Menton y sus paisajes atraía a aristócratas y familias adineradas que buscaban el sol y un cambio de aires. Émile Ladan-Bockairy y su esposa Caroline-Octavie eran uno de aquellos ricos matrimonios que, buscando una residencia de invierno, adquirieron la villa Les Colombieres, en la zona alta de Menton. La propiedad consistía en una casa de planta cuadrada en el corazón de un olivar. Al sur de la finca se extiende la vista del viejo Menton con el mar de fondo. Al norte limita con una cantera de piedra.
La pareja invitó a su amigo Ferdinand Bac, que ya había creado el jardín de su casa en la ciudad de Compiègne, a reformar su nueva propiedad. Diseñaría un jardín alrededor de la casa, remodelaría la villa y proyectaría grandes frescos y pinturas murales en el interior del edificio.
Ferdinand Bac era de origen alemán pero sentía una gran pasión por Francia, Italia y España. Estaba fuertemente involucrado en la vida artística, intelectual y social de su tiempo. Aunque era más conocido como dibujante, pintor, caricaturista y escritor, había viajado por toda la cuenca mediterránea, dibujando en sus cuadernos para convertirse, ya a los 50 años y de manera autodidacta, en paisajista y decorador.
Ferdinand Bac detestaba las construcciones eclécticas y los exóticos jardines de los visitantes invernales que, según él, distorsionan el paisaje de una tierra puramente latina.Bac hizo de Les Colombieres su mayor obra y manifiesto: un parque de tres hectáreas cargado de símbolos que invitan a un viaje de iniciación al jardín mediterráneo, con un olivar de doscientos olivos centenarios, árboles como un algarrobo milenario, encinas, caminos de tejos y escaleras de piedra que se aferran a la montaña.
Bac quería hacer tangible el carácter latino del paisaje mediterráneo y encontraba agobiantes los arreglos florales de los ingleses que vivían en Menton . En sus jardines desterró el césped, las palmeras y otras especies exóticas aclimatadas a la Riviera. Prefería los maravillosos cipreses oscuros, los pinos carrascos y los olivos sagrados de Toscana y Umbría. Plasmó en su diseño lo que vincula a las grandes civilizaciones, oriental, griega, romana, árabe-andaluza y española, que florecieron a orillas del Mediterráneo.
La remodelación de la casa supuso la creación de dos nuevas alas y la apertura de nuevas vistas al jardín. El propio Bac decoró los recibidores, dormitorios y baños con frescos inspirados en recuerdos de Italia, España, Persia o Marruecos, combinados con mobiliario modernista que diseñó. Amplió la villa integrándola en el paisaje. En el jardín, más que las flores, lo importante es la estructura, con sus composiciones botánicas y los elementos decorativos y funcionales como obeliscos, fuentes, estatuas, pabellones, columnatas, puentes, pérgolas y bancos. Un conjunto donde las plantas y la arquitectura conviven en armonía.
Desplegando cipreses, pinos piñoneros, laureles y encinas del Mediterráneo, Ferdinand Bac otorga a la arquitectura el marco natural que le corresponde. Al trazar un amplio camino en un olivar de 300 años plantea como principio la importancia de conservar todos los árboles dignos de perpetuarse. El estilo de Ferdinan Bac se mantuvo siempre alejado de la modernidad abogando por el retorno a la sensibilidad, la historia y la tradición. Sin embargo, encaja en nuestra visión contemporánea del jardín mediterráneo del que fue precursor.
El jardín tal como está hoy es el resultado de la meticulosa rehabilitación realizada por Michael y Margaret Likierman. Trabajo necesario porque la propiedad tuvo una historia accidentada antes de su clasificación como Monumento Histórico en 1990. Durante la Segunda Guerra Mundial fue transformada en casa de reposo para el ejército italiano y más tarde fue convertida en casa de huéspedes. La finca había quedado tan degradada que los Likierman tuvieron que dedicar cinco años a una restauración en la que deseaban ser muy fieles al espíritu original.