William Cavendish, heredó en 1811 el título de duque de Devonshire y con ello la propiedad de Chatsworth. Era el sexto duque y quizás por su infeliz experiencia familiar nunca se casó, pasando a la historia con el apelativo de «el duque soltero». Era el aristócrata más deseado del país, las tierras que poseía generaban cuantiosas ganancias, además de los beneficios que obtuvo por su colaboración en la expansión del Imperio Británico. Cuando con 21 años heredó la hacienda, era inmensamente rico.
Joseph Paxton fue jardinero, consejero y amigo del sexto duque de Devonshire. Juntos convirtieron Chatsworth en lo que es hoy en día.
El duque soltero sentía devoción por los jardines de Chatsworth y encontró un alma gemela en su pasión por la jardinería, el naturalista y paisajista inglés Joseph Paxton. Entre los dos transformaron absolutamente Chatsworth, costó una fortuna, durante cinco años se gastaron el equivalente a 4 millones de dólares actuales solo en plantas. En 1840 habían invertido más de 7 millones en total. El duque tenía obsesión por descubrir y coleccionar plantas desconocidas, eran los comienzos de la era de los descubrimientos botánicos y había mucho para mantenerlo ocupado.
En los invernaderos de Chatsworth, Paxton introdujo la primera planta exótica para el Duque bautizándola con el apellido de la familia de su patrón: Musa cavendishii o plátano «Cavendish Dwarf», una de las variedades comerciales más extendidas hoy en día.
En 1846 llegaron a Inglaterra, procedentes de las colonias británicas en América, las primeras semillas de Victoria regia, un exótico nenúfar gigante descubierto en la década de 1800 en las aguas poco profundas del río Amazonas. Paxton y el sexto duque se las agenciaron para conseguir una planta y la introdujeron en el estanque de Chatsworth. El nenúfar comenzó a crecer tan rápido que pronto llenó la balsa. Sin dudarlo, el duque mandó construir un estanque mayor para ella y el nenúfar continuó creciendo, pero sin florecer. Paxton pensó que en su hábitat natural la planta vivía sobre agua en movimiento, recreó las corrientes del Amazonas en el estanque y el nenúfar, por fin, floreció. Hay una preciosa ilustración suya en la que una de sus hijas está de pié sobre una enorme hoja para mostrar su tamaño y resistencia.
La ambición de estos amantes de la botánica no tenía límites, siempre estaban construyendo espacios mayores, probando nuevos materiales o haciendo extravagantes diseños para ampliar su colección. No había invernadero lo suficientemente grande para albergar la colección vegetal de Chatsworth, así que un buen día, el duque soltero encargó a Paxton su más ambicioso proyecto hasta el momento: el gran invernadero.
Este muro es en realidad la base del invernadero de Paxton y el sexto duque. Era el recinto de estas características más grande e innovador del mundo en su momento, diseñado para que un carruaje pudiera recorrer su interior y así observar las plantas cómodamente sin necesidad de apearse. Era exótico y enorme, algo nunca visto antes, la culminación de años de experimentos. Y el duque soltero estaba encantado de ser el propietario del invernadero más grande del mundo.
Cuando el gran invernadero estuvo terminado venía gente de todo el mundo a visitar este paisaje tropical bajo un cielo de cristal. Se gastaban 300 toneladas de carbón al año para aclimatar el interior con un sistema de calderas instaladas en el subsuelo, el combustible se introducía en carretas por unos túneles construidos a tal efecto. Pero cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el carbón comenzó a escasear y no se pudo conseguir la cantidad necesaria para calentar aquel palacio de cristal. Las plantas murieron y finalmente la estructura fue demolida.
Puede que el gran invernadero haya desaparecido pero permanece en pie gran parte de la herencia paisajística de Paxton y Cavendish. La siguiente tarea de Paxton añadiría una dimensión dinámica a la ornamentación acuática de los jardines de Chatsworth.
En 1843, Paxton propuso al duque construir una nueva fuente que al igual que el gran invernadero batiría todos los records: la Fuente del Emperador. Esta fue, durante años, el surtidor de agua más alto que se podía contemplar y funcionaba sin motores ni mecanismos complejos, tan solo impulsada por la fuerza de la gravedad. El sistema es muy simple, en lo alto de la colina hay un embalse de 32.000 metros cuadrados a más de 120 metros de altura que desagua en una tubería de fundición de 30 cm y que recorre todo el jardín, de arriba abajo, hasta expulsarla al exterior por una boquilla de 4 centímetros. La presión con que es expulsada hace que el agua se levante en el aire hasta una altura de 90 metros.
La construcción de esta fuente implicó a cientos de trabajadores, carros y caballos, la escala de los trabajos fue probablemente la mayor de todo lo que se había hecho hasta el momento en Chatsworth. Fue una de las mayores hazañas de ingeniería en aquellos tiempos. Paxton y el sexto duque ampliaron los límites de la tecnología y dejaron en Chatsworth un legado de importancia nacional.
Paxton fue el jefe de jardineros de Chatsworth hasta la muerte del duque en 1858, pero alternaba sus trabajos en la propiedad de Cavendish con otras tareas de gran envergadura como el Palacio de Cristal, parques públicos en Liverpool y Glasgow o propuestas de mejoras para los Reales Jardines Botánicos.
Al morir el duque, soltero y sin hijos, sus títulos y propiedades pasaron a manos de su primo William Cavendish, séptimo duque de Devonshire.
Todavía queda mucho por contar sobre Chatsworth, sus moradores y su historia. Seguiremos en otra entrada.
Imágenes: Chatsworth
Apasionante esta historia.Es asombroso la tradición inglesa de la jardinería y el dinero que podían gastar en ello. En España es difícil encontrar ejemplos similares.
Gracias por contarnos esta historia.
Saludos
Jolines Monica quiero saber más de este lugar y su historia he disfrutado como un niño. Mil gracias.