Tulipomanía, la fiebre holandesa del tulipán

El siglo XVII marca la Edad de Oro del arte holandés, una era de prosperidad comercial y social para los Paises Bajos cuya capital, Amsterdam, se convirtió en el centro financiero del continente. En 1602 se creó la Compañía de las Indias Orientales, con bases en Ceilán, India e Indonesia, donde Holanda actuaba con poderes soberanos.

La fiebre especulativa de los tulipanes estuvo a punto de llevar a la bancarrota a los Paises Bajos durante el siglo XVII

Los holandeses del siglo XVII eran gentes de un refinamiento y elegancia exquisitas que se palpaba en la limpieza de sus calles y casas, su aprecio por el arte, la calidad de sus manufacturas y en los jardines y macetas con flores que se veían por todas partes. La sociedad era próspera, la aristocracia  y la burguesía distinguida comenzó a aficionarse a plantar flores exóticas y los tulipanes, descubiertos años antes en Turquía (Imperio Otomano) e introducidos por los comerciantes en el país, comenzaron a ser la especie de culto.

La gente pudiente de Amsterdam encargaba bulbos de tulipán a Constantinopla llegando a pagar por ellos precios desorbitados. El furor por los tulipanes se hizo tan intenso que se consideraba de mal gusto que una familia acaudalada no contara con su propia colección.

La moda de los tulipanes llegó a todos los estratos sociales, los ricos para poseerlos y admirarlos, los comerciantes y tenderos para comerciar y conseguir grandes beneficios. El precio de los bulbos llegó a ser desorbitado y se llegaron a pagar 100.000 florines por cuarenta bulbos. La gente se endeudaba para comprar el producto con la idea de revenderlos y obtener beneficios de hasta un 100%.

Lo curioso es que los tulipanes, al ser cultivados en terreno holandés adquirían por accidente, debilidad o enfermedad una gran variedad diferente de colores. El tulipán silvestre tenía un único color en toda su colora, mientras que en los cultivados los pétalos adquirían diversas tonalidades y formas, los tallos se acortaban de longitud y el verde de sus hojas se volvía más tenue, esto produjo un fanatismo adictivo entre los floristas que competían en conseguir las flores más originales y las plantas más bellas aunque fuera a costa de hacerlas más débiles. Tanto, que a penas podían ser transplantados.

La especulación con los tulipanes fue en aumento hasta 1936 y el mercado lo regulaba la Bolsa de Amsterdam, en Harlem, Roterdam y otras ciudades importantes. Los corredores de bolsa negociaban con tulipanes provocando fluctuaciones en los precios -pensad en los ladrillos de hoy en día, la similitud es absoluta-, comprando cuando el valor bajaba y vendiendo cuando subía. La riqueza del país aumentó, los mercados extranjeros se contagiaron y el dinero entraba en Holanda a expuertas. Se creó un código de leyes que regulaba el comercio y se designaron notarios y empleados exclusivos para estas transacciones. En algunas ciudades, la figura del notario del tulipán llegó a ser más importante que la del mismísimo notario público.

Se creó una burbuja especulativa que crecía y crecía como si fuera a durar para siempre. Llegó un momento en que las clases ricas dejaron de comprar los bulbos para sus jardines y quisieron participar de los beneficios fáciles que se conseguían con ellos. Comenzaron las sospechas de que esta euforia no tendría buen final, se extendió el miedo a perder, empezaron a caer los precios y se destruyó la confianza y el pánico se apoderó del comercio. Había estallado la burbuja, día tras día se producían impagos en toda Holanda y mientras los ricos ocultaban sus riquezas otros se arruinaban y muchos que habían abandonado la miseria gracias a las flores volvían a sus oscuros orígenes.

Encontrar un remedio a esta profunda crisis económica sobrepasó al gobierno holandés que no pudo hacer mucho por el duro golpe que sufrió la actividad comercial del país y del que tardarían años en recuperarse.

Una burbuja floral cuanto menos curiosa, ¿verdad? Nosotros sufriendo la debacle de una burbuja inmobiliaria similar a la que el país holandés sufrió siglos atrás. Aquella parece más atractiva por el glamour de las flores, pero debió ser igualmente devastadora.

Puedes conocer más a fondo la historia de este fenómeno económico en la web de educaixa. También a la fundación pertenece este vídeo en el que nos explican con todo detalle cómo se llegó a tal situación. Un tema apasionante, ¡que lo disfrutes!

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4 comentarios en «Tulipomanía, la fiebre holandesa del tulipán»

  1. No tengo más remedio que entrar a esta entrada, je, je, ya sabes de mi interés en los mercados financieros. Hace tiempo hice un artículo sobre un libro que recomiendo leer, a los que estén interesados en saber como se forman las burbujas económicas, El hombre que cambió su casa por un tulipán: http://compraraccionesdebolsa.com/el-hombre-que-cambio-su-casa-por-un-tulipan/
    La locura se adueño de aquellos holandeses, al igual que ocurre en la actualidad con otro tipo de burbujas.
    Un abrazo.

    • Cierto Miguel! Este tema aúna dos de tus grandes pasiones, verdad? Finanzas y jardinería. Interesante ese enlace, muy recomendable.
      Un abrazo!

  2. Ya había oído hablar de esa crisis financiera a causa de los tulipanes, escribí sobre ello y todo, es algo que me llamaba mucho la atención porque no deja de ser curioso.
    ¡Qué fotos tan lindas, me encantan!
    Mil besos.

    • A mi me sonaba el tema, pero nunca profundicé en él. Realmente increíble la locura que nos entra en los humanos cuando nos obsesionamos con algo, verdad?
      Un beso y gracias por tu comentario, Montse!

Los comentarios están cerrados.

       

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