Ya os hablé de este jardín hace algunos meses, es el jardín que el pintor Claude Monet cuidaba con sus propias manos en su casa de Giverny. Su pasión, junto a la pintura, era disfrutar de este maravilloso jardín que rodeaba la casa en la que vivió desde 1883 hasta su muerte en 1826.
Si realizas un viaje a París incluye entre tus excursiones una escapada a esta bella propiedad. En la capital francesa hay muchas cosas que ver y es fácil no pensar que a escasos 80 km -tres cuartos de hora en tren- hay un lugar tan valioso. Dicen los expertos que sin visitar Giverny no se llega a comprender por completo la obra de Monet.
Se accede al jardín a través de la casa, que si bien es muy interesante para el viajero, no calma el ansia de ver los jardines que hay tras ella. Hay dos jardines bien diferenciados: el primero es el original de la casa y que Monet llenó de flores con un orden completamente libre, manteniendo los paseos y cubriéndolos a cada tanto con arcos sobre los que se encaraman los rosales.
El segundo jardín es más nuevo, se trata de unos terrenos que adquirió el pintor con posterioridad y anexionó a la propiedad. En este espacio el jardín está completamente diseñado por Monet y aunque parece absolutamente natural es todo lo contrario. El estanque del jardín japonés fue excavado para que retuviera el agua del Sena, sobre él se construyó el puente japonés y así se creó la conocida imagen que luego el pintor reflejaría en sus cuadros: el estanque de los nenúfares.
Fotografías: Giverny