Le Bois des Moutiers

«Al abrir la discreta puerta de Le Bois des Moutiers, descubrí un espectáculo de tal belleza que agradecí a Dios no haberlo visto antes, porque me hubiera podido casar símplemente por vivir allí»

La frase que una recién casada Mary Mallet escribió en 1930, tras visitar por primera vez a sus suegros, define la maravilla de esta propiedad que la familia poseía a escasos kilómetros de la costa de Normandía, en el norte de Francia. El visitante de hoy no se asombra menos. Los tejados inclinados de las mansión con sus altas chimeneas y sus ventanas de piedra, emergen al final de un largo camino flanqueado por exuberantes borduras.

Perfectamente conservado, pero casi desconocido, Le Bois des Moutiers es uno de los mejores ejemplos de colaboración entre el arquitecto Edwin Lutyens (1869-1944) y la pasiajista Gertrude Jekyll (1843-1932). La familia para quien fue construida todavía vive en la casa, rodeada de los muebles de estilo «Arts&Crafts» fabricados para sus antepasados.

Todo comenzó en 1897, cuando Guillaume Mallet, ex oficial del ejército y descendiente de una importante familia banquera, y su esposa, Marie-Adélaïde Grunelius, también heredera de banqueros, compraron la propiedad. En la finca ya existía un edificio que databa de 1850, con una vista espectacular sobre el mar. Su ubicación y los extensos terrenos ofrecían grandes posibilidades para el gran botánico y jardinero que era Maller. Un año más tarde, conoció a Lutyens en París, quien estaba preparando el Pabellón Británico para la Exposición Universal de 1900, y le encargó el proyecto de reconstrucción de la casa.

El parque, de doce hectáreas, fue completamente plantado por Guillaume Mallet. La naturaleza ácida del suelo y el clima excepcional, permitió la introducción de muchas especies raras, en contraste con la vegetación del lugar: rododendros del Himalaya, azaleas chinas, eucryphias chilenas, arces japoneses. Estos últimos, ahora maduros, llegan a alcanzar tamaños impresionantes entre rododendros de hasta diez metros de altura.

Los jardines que rodean la casa fueron diseñados por el propio Mallet en colaboración con Lutyens y la paisajista inglesa Gertrude Jekyll. Están concebidos como una extensión de la casa y compartimentados es espacios estructurados cerrados por muros vegetales. En total suman siete niveles de ajardinamiento en los que la paisajista trabajó armonizando formas, colores y perfumes con el fin de crear una atmósfera diferente en cada uno de los espacios verdes. Se comunican entre sí y gradualmente conducen al gran parque paisajístico que es más natural.

Tras la muerte de Guillaume Mallet y su esposa, en 1946, y debido en gran parte a los devastadores efectos durante la guerra, Le Bois des Moutiers sufrió numerosos daños que obligaron a la familia a movilizarse para restablecer el esplendor del señorío. Como parte de la financiación de las obras de restauración y para el mantenimiento de la propiedad, en 1970 se abrieron las puertas del jardín al público. Hoy os invito a un paseo por él gracias a estas bonitas fotografías de Franck Minez.

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10 comentarios en «Le Bois des Moutiers»

  1. Cuanto nos enseñas mi querida Monica, muchas gracias. Un besin muy grande y feliz otoño.

    • Muchas gracias Pablo. Procuramos compartir lugares bellos que descubrimos. Aunque solo sea de forma virtual 🙂

  2. Una preciosidad de jardín y una interesante historia. Excelente combinación de formas recortadas y libres.
    Saludos

    • Me apasionan esas combinaciones. Cuando veo esto echo en falta un jardín un poquito más grande.
      Un abrazo!

  3. Magnífico este jardín, es de esos lugares en los que estarías horas y horas sin cansarte embelesándote con esos ambientes, muy románticos me parecen, tan agradables.
    Gracias por mostrarlo, Mónica.
    Mil besos.

    • Gracias a ti, Montse! Cómo me gustaría un paseo con vosotros por estos lugares, disfrutando de la afición que compartimos.
      Muchos besos

  4. De veras que pienso esta vez no podrá sorprendernos Monica pero nos enseñas lugares maravillosos y muy bien contado. Muchas gracias

    • Gracias, Raúl. Hay tantos sitios bellos y con historias fantásticas que no es difícil descubrir alguno de vez en cuando. Me alegro que también te guste.
      Un abrazo

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