En esta típica casa provenzal y su encantador jardín vivió sus mejores años Dora Maar, compañera y musa de Pablo Picasso durante la primera mitad del siglo XX.
Situada en el pueblo de Ménerbes, en una de las más bellas regiones del sur de Francia, esta antigua granja del siglo XVIII fue adquirida en 1944 por Pablo Picasso para Dora Maar, una artista y fotógrafa surrealista de la que se enamoró apasionadamente. Maar dejó de habitarla cuando Picasso la abandonó por otra mujer, pero mantuvo la propiedad hasta su muerte. La finca fue entonces adquirida por la filántropa Nancy Negly, para transformarla en un refugio para escritores, eruditos y artistas.
Dora Maar y Picasso se conocieron en el mítico café parisino Deux Magoys, en 1936. Ella contaba con 29 años y él tenía 55. Picasso era ya un dios indiscutible en el mundo del arte, estaba casado con la rusa Olga Khokhlova, madre de su hijo Paulo, pero convivía con la sueca Marie-Thérèse Walter, madre de su hija Maya. Dora estaba inmersa en una doble relación que la atormentaba, con el filósofo Georges Bataille y el actor Lous Chavance. La intensa pasión que estalló entre el pintor y la fotógrafa les hizo olvidar todo lo que acontecía a su alrededor. Como al resto de sus mujeres, Picasso la retrató en multitud de ocasiones. Se convirtió en su musa hasta 1943, año en que todo acabó. Pablo la abandonó por Françoise Gilot, y Dora no supo sobreponerse. Se refugió en la religión encerrada en su apartamento parisino, apartada del mundo hasta su muerte en 1997.
El estilo provenzal se caracteriza por su aire rural, elegante y sencillo, influido por la brillante luz del sol y el clima cálido que reina en el sur de Francia. La casa característica de esta región es una granja de piedra o barro denominada «mas», diseñada con gruesa paredes para aislarla del calor. El jardín que la rodea es un típico jardín de estilo provenzal, rodeada por plantas de hoja perenne donde no faltan los cipreses y el boj esculpido con formas geométricas. Tampoco faltan las pérgolas sobre la zona de estar, con trepadoras (parras, glicinias o bignonias) que filtran la radiación solar proporcionando una refrescante sombra.
Picasso y Maar no fueron los únicos artistas que escogieron la Provenza para vivir las etapas más creativas de sus vidas. Esta región francesa ha deslumbrado a pintores, escritores, fotógrafos, aristócratas e incluso papas con su luz y su clima. A mi me deslumbran su historia y sus bellos jardines, y me encanta compartirlos con vosotros. Espero que os gusten tanto como a mi.
Imágenes de la web del Museo de Bellas Artes de Houston
Muchas gracias por compartirlo Monica, es precioso. Un besin enorme.
Gracias, Lola. Me encanta descubrir bellos lugares y compartirlos con vosotros.
Un beso muy fuerte.