Grava en mi jardín se instaló por necesidad: en la zona más baja resultaba especialmente difícil conseguir que el césped se estableciera bien. Después de mucho tiempo intentándolo y tras repetidos fracasos, decidí enfocar ese espacio de otra manera.
La opción de la grava no era por entonces lo que más me apetecía (yo quería que se viera todo verde), pero cuando terminé el trabajo y observé el resultado, quedé completamente convencida de haber acertado. No sólo resultó ser limpia y decorativa, además su mantenimiento era menos complicado que el del césped y mucho más económico.
Otra de las razones por las que me satisface haber realizado este cambio es pensar que ahorro mucha agua. El agua es un bien escaso y no despilfarrarla es uno de mis principales objetivos. En el jardín de grava, como no la superficie del terreno no está cementada -bajo la grava está la malla y luego la tierra- cuando llueve el agua penetra y el suelo recibe la humedad que necesita.
Os dejo algunas fotos de cómo era esta zona antes del cambio y después, con la grava puesta. Podéis leer también el post donde explicaba cómo instalar grava paso a paso.
El pasillo visto desde la terraza antes, durante la reforma y el resultado final:
El mismo pasillo visto desde el jardín. Al fondo, escaleras de acceso a la terraza.
La parte más baja de la rocalla:
Estas fotos siempre me encantaron. El resultado final es exquisito. Me encanta!!