Corría la segunda mitad del siglo XIX y Thomas Hanbury, un acaudalado inglés que había recaudado una considerable fortuna con el comercio del té, la seda y el algodón, anhelaba alejarse de los lluviosos inviernos británicos y establecerse en algún lugar cálido de la costa mediterránea. Como a otros tantos aristócratas británicos de la época, el sur de Francia le resultaba un lugar exótico y atractivo, y atraído por la luz y calidez del Mare Nostrum, recorre la Costa Azul en busca de una localización que respondiera a sus expectativas.
La costa francesa irradia belleza, pero Mr Hanbury no se detiene en Francia y cruza la frontera con Italia para continuar su periplo por la Costa de Liguria, disfrutando de un paisaje y un clima que él considera el mayor de los lujos. En el cabo de Mortola, muy próximo a Génova, descubre una localización extraordinaria y compra unos terrenos donde se establece con la idea de pasar allí el resto de sus días.
En la finca, un terreno de 18 hectáreas en pendiente que llegan al mar Mediterráneo, se erige un antiguo edificio del siglo XVI que transformará en hogar familiar. Los campos colindantes, cubiertos de olivares, cítricos y vides, serán transformados en un jardín de plantas exóticas. Thomas Hanbury cuenta para esta tarea con la ayuda inestimable de su hermano Daniel, farmaceútico y botánico entusiasta.
En 1868 comienzan las tareas para dar forma al jardín, trabajando durante años hasta que en 1875 fallece el hermano botánico. Thomas Hanbury continúa los trabajos ayudado por los más importantes naturalistas alemanes de la época, que sitúan el jardín en la primera línea de los jardines botánicos de la época. En 1883 el primer catálogo de semillas del jardín reúne 600 especies diferentes; en 1889 el primer catálogo de plantas cultivadas en el parque contabiliza unas 3.500; y en 1912, en el tercer catálogo, se detallan más de 5.800.
A la muerte de Thomas Hanbury, en 1907, es su hijo Cecil quien hereda la propiedad que cae en el abandono durante los años de Primera Guerra Mundial. Gracias a la apertura de parte del parque al público y a la implicación de Lady Dorothy, esposa de Cecil, se consigue recomponer el jardín, hasta que la Segunda Guerra Mundial acaba con él. En 1960 lo compra el estado italiano haciéndose cargo, desde entonces, de su reconstrucción y mantenimiento.
El jardín está actualmente bajo el control de la Universidad de Génova y en el último inventario se han catalogado más de 7000 especies de plantas, mitad mediterráneas y mitad exóticas. Entre las variedades exóticas destacan un bosquecillo australiano, un jardín mejicano, un jardín de suculentas y una colección de cycadas.
Seguro que el señor Hanbury habría hecho buenas migas con el Mayor Johnston, otro aristócrata británico de la época que abandonó su jardín en Hidcote Manor para dedicarse a crear Serre de la Madone, en la Costa Azul.
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Precioso jardín. Otro más en la lista para visitar. Reconozco esa salvia de las dos ultimas fotos. Llevo años peleando con ella en la Barrosa y guardando esquejes en el invernadero ya que no soporta el invierno al exterior. Es una batalla casi perdida.
Saludos