Hace unas semanas os enseñaba las flores que estaban produciendo las plantitas de guisantes que puse en la mesa de cultivo que tengo en la terraza. Pues los que veis aquí arriba son algunos que ya he recogido. No son ninguna maravilla, pero me ha hecho mucha ilusión tomarme unos guisantes cultivados en casa.
Están tan ricos que nos los zampamos conforme los recogemos. La cosecha de dos plantitas no nos dará para preparar ningún guiso, así que nos los comemos como un capricho.
Estos son los plantones a principios de invierno, cuando llené la mesa de cultivo con algunas hortalizas que pudiera cultivar en invierno. Además de los guisantes puse dos lechugas, unas cebollas y algunas espinacas.
Las flores de los guisantes eran delicadas y bonitas pero duraron poco, el rincón donde coloqué la mesa recibe sol muchas horas y los guisantes aparecieron bastante rápido.
Mi idea ahora es dejar algunas vainas en la planta para que maduren un poco más y después recogerlas y guardarlas para plantar la próxima temporada. Según he leído, se dejan hasta que comienzan a cambar de color volviéndose más blancas. La verdad es que me tientan cada vez que paso por el lado…, ¡me dan ganas de abrirlos y comerlos!
Para conseguir semillas hay que dejarlas secar un mes en lugar sombrío y bien ventilado, después de desgranan y se guardan en un sobre de papel hasta que llegue el momento de volverlos a plantar.