Una de las agradables sorpresas que me aguardaban en el jardín a la vuelta de las vacaciones ha sido esta planta de tomates. No puedo decir cómo ha salido, yo no la planté, de modo que imagino que la semilla venía en la tierra de alguna otra planta o que los pájaros se encargaron de la siembra.
Desde hace tiempo tenía intención de cultivar tomates, incluso llegué a comprar dos plantones que, por falta de tiempo, se secaron sin llegar a plantarlos.
¡Las flores me parecen monísimas! 🙂 Debo parecer tonta entusiasmada con una simple hortaliza, pero lo cierto es que me hace mucha ilusión cuidarla y admirarla. ¿Y si un día llega a darme un tomate tan lustroso como éste de mi amiga Charo?
Más de medio kilo de peso…, !impresionante!