Bien sabido es que, en la Edad Media, el comercio de las especias supuso el impulso y expansión de la población occidental gracias al auge econónico obtenido con la importación de productos del lejano Oriente. Las rutas habituales para acceder a estas tierras lejanas pasaban por atravesar el Mediterráneo, recorrer el continente europeo a pie, o circunnavegar Africa.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, en España, y buscando una ruta alternativa por el oeste, una expedición de tres caravelas comandadas por Cristobal Colón llegó a tierras desconocidas que llamaron Nuevo Mundo y posteriormente América. Del nuevo continente se comenzaron a importar gran cantidad de productos alimenticios y, de las zonas tropicales, especias y hierbas desconocidas hasta el momento.
La Vainilla es originaria de Méjico y hasta que los españoles comenzaron a exportarla ningún otro país conocía su magnífico sabor.
La planta es una orquídea salvaje de tallos trepadores que pueden alcanzar una longitud de 15 metros en su hábitat de origen. A final de la primavera produce unas flores blancas muy aromáticas que duran pocas horas. Si estas flores llegan a fecundarse producen unas vainas alargadas que contienen las semillas.
Las vainas se recolectan cuando todavía están verdes y se dejan secar hasta conseguir el color castaño con el que las encontramos listas para el consumo. La vainilla la empleaban los pueblos indígenas junto al cacao para producir el chocolate.
Felicidades Mónica por el blog. Es muy interesante, al igual que este artículo. Con permiso lo he twiteado. ¡Saludos!
Hombre, con permiso y sin él! 🙂 Siempre que quieras puedes compartirlo en las redes, me hace muy feliz saber que te ha gustado.