6 formas sencillas de reducir nuestra huella ecológica

A estas alturas no descubro nada nuevo si te hablo de la necesidad de reducir nuestra huella ecológica en el planeta. La huella ecológica es el impacto ambiental que produce nuestra demanda de recursos naturales, en relación con la capacidad que la Tierra tiene de regenerarlos.

En la actualidad, los hábitos de consumo humano hacen que el sistema sea insostenible y nos encaminan hacia un colapso ecológico que nadie quiere, pero poco se hace por evitar. Al menos, no lo suficiente. Todos, de alguna manera, podemos ayudar a mantener el equilibrio de nuestro planeta. Al igual que cada gota importa en el ahorro de agua, cada pequeño gesto puede contribuir en evitar la deriva hacia la que nos encaminamos. Hoy quiero compartir contigo seis formas muy sencillas en las que podemos colaborar, y aunque no nos pasemos al extremo opuesto, cualquier pequeño aporte servirá.

1. Dejar de comer (o comer menos) carne

Aunque parezca increíble, la acción más eficaz que se puede tomar para combatir el cambio climático es dejar de comer carne. Solo limitar nuestro consumo de carne puede suponer una gran diferencia. Las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria ganadera son un problema aún mayor que los combustibles fósiles. La carne roja es particularmente culpable, consumiendo 11 veces más agua y produciendo 5 veces más emisiones que la de aves de corral. No hace falta convertirse en vegetariano, pero comer carne con menos frecuencia ayudará al medio ambiente y, de paso, a nuestra salud.

2. Desconectar los dispositivos eléctricos

Te puede sorprender la cantidad de energía que consumen los dispositivos electrónicos cuando están apagados en modo «stand by». Normalmente esto se detecta porque se queda una lucecita encendida que indica que el aparato está en reposo, a la espera de recibir órdenes. Pero aunque esto es lo normal, hay aparatos que ni siquiera tienen esta luz. Siempre que un cable esté enchufado a la red, es muy probable que esté consumiendo energía. ¿Solución simple? Dejar los aparatos desconectados en todo momento, a menos que lo estés utilizando.

3. Conducir menos

Anímate a caminar, ir en bicicleta o coger el autobús. Dejar el coche en casa es una decisión simple con resultados inmediatos. Cada vez son más las personas que optan por ir en bicicleta a trabajar, especialmente si disponen de carril bici en su ciudad. Los ayuntamientos invierten en infraestructuras para que sea más fácil no tener que coger el coche. El aumento de la población ha hecho que el transporte público sea más necesario que nunca, y las opciones como metro, trenes y autobuses continúan creciendo.

Muchas familias, entre las que yo me incluyo, disponen de más de un vehículo en casa. Si quieres conocer mi experiencia te contaré que hace un par de meses decidimos prescindir de uno de ellos. La idea, en principio, me daba vértigo. Pero pensando en nuestra economía, decidimos intentarlo. Acomodarnos a los horarios de autobús o a caminar un poco más no fue tan difícil y ahora, además de reducir nuestro gasto, también reducimos nuestra huella ecológica. No sé cuanto durará, porque nuestros hijos crecen y probablemente quieran un coche en un futuro próximo, pero intentaremos alargar la situación actual lo máximo posible.

4. No comprar «Fast Fashion»

«Fast Fashion» es un término anglosajón que determina la práctica actual en el mundo de la moda de crean tendencias imprescindibles a precios muy bajos. Camisetas monísimas a solo 4 euros que se utilizan una sola temporada y terminan en la basura a la siguiente, cuando estar a la última nos sale baratísimo. Si antes los ciclos de moda eran cuatro -coincidiendo con las estaciones- , ahora se generan tres o más por estación, bajo el lema de «nuevo» o «última tendencia». Esta práctica provoca millones de toneladas de residuos textiles.

También podemos hablar sobre la contaminación que genera la producción de esta ropa, gran parte de ella fabricada con algodón genéticamente modificado (salvo que esté etiquetado como «orgánico») y rociado con pesticidas. Y si esto no fuera suficiente, la moda rápida es una industria que todavía se apoya en el trabajo infantil.

Tóxico para el medio ambiente y perjudicial para los derechos humanos, ¿quien la quiere? Mejor sería reutilizar más la ropa que compramos, elegir prendas confeccionadas en fábricas locales, adquirir ropa artesanal o incluso intercambiar lo que ya no usamos con la familia y amigos.

5. Plantar un jardín o un huerto urbano

Tanto si vives en una casa como en un piso, cultivar tus plantas es una manera rápida y fácil de reducir tu huella ecológica. Todos sabemos que las plantas absorben el dióxido de carbono, producen oxígeno, incrementan la humedad del aire y ayudan a regular la temperatura. Los jardines componen entornos bellos y llenos de vida. Los huertos nos proporcionan, además, alimento.

6. Comer local y ecológico

Siempre que sea posible procura comer productos locales y de temporada. Adquirir productos que se cultivan cercan, en tu propia ciudad o alrededores, ayuda a reducir la huella que genera el envío de alimentos de otros lugares. Cuanto más cerca de ti se cultiven, mejor. Consumir frutas y verduras cultivadas por ti mismo o de granjas locales reduce el costo medioambiental considerablemente, y la calidad es superior a la de productos que llegan recogidos antes de tiempo y refrigerados desde un país lejano.

Es importante comer productos ecológicos, que no han sido rociados con pesticidas tóxicos y otros químicos perjudiciales. Evita los alimentos procesados, envasados y elije, siempre que puedas, alimentos enteros.

Además de estos gestos, existen otras opciones para reducir nuestra huella: reutilizar y reciclar, apagar luces innecesarias, no malgastar agua, etc. Cualquiera puede realizar estos simples cambios, son fáciles de implementar y son inmediatamente efectivos. De nuestras acciones y opciones depende la continuidad ecológica, y todos compartimos la responsabilidad de hacer todo lo que podamos para hacer frente al cambio climático, grandes o pequeñas acciones.

       

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