A pesar de haber estado bastante abandonadas, con poca agua y ningún tipo de abonado, las violetas han florecido. Ha caído una lluvia suave, ligera pero persistente y parece que ellas notan que la primavera está cerca.
Las violetas son pequeñas flores que me traen grandes recuerdos y por ello tienen un significado especial para mi. Es difícil explicar la alegría que siento cuando me acerco a regar la maceta y veo que han aparecido, os lo intentaré resumir con tres breves historias.
Mi madre tenía en casa unos jarrones pequeños a los que llamaba violeteros, recuerdo como si fuera ayer el día en que, recién comprados, los colocó sobre la consola del recibidor. Para mi hubieran sido siempre jarroncitos si ella no los hubiera llamado por ese nombre. Las violetas me traen la imagen de aquellos pequeños recipientes de cristal que yo miraba y no tocaba porque así me lo habían advertido.
A mi abuela Carmen le encantaba el cuplé, siempre andaba tarareando aguna de aquellas canciones de letras picantes de principios del siglo XX. También era una gran admiradora de Sara Montiel y no se perdía ni una de sus películas. En el repertorio de la Montiel había una canción que mi abuela cantaba a menudo: «Como aves precursoras que el viento lleva, en Madrid aparecen la violeteras…», y sí, esto vuelve a mi memoria cada primavera cuando salen las violetas.
A mi otra abuela, Concha, lo que le gustaban eras las novelas y las películas. Mi abuela Concha vivía en mi casa y cada día, cuando yo regresaba del cole, me sentaba junto a ella a ver «El Conde de Montecristo» o cualquier otra que fuera la novela de la tarde. Ella era fan incondicional de Luis Mariano, actor español de su época, y más de una vez vimos juntas «Violetas Imperiales«, protagonizada por su actor favorito.
Así que, como veis, tengo razones de peso para adorar las violetas, porque cada una de ellas me vuelve a traer el cariño de tres mujeres muy especiales en mi vida.
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Edito para añadir otro momento, con aroma y sabor, el de los caramelos de violeta que me traían mis padres cuando iban de viaje a Madrid. Ummm, ¡qué delicia!
Hermoso relato. Las flores, o, a veces, sólo sus perfumes evocan momentos, situaciones, personas, …. En el caso de las violetas, a mí también me traen recuerdos. Y no los eludo, al contrario, los disfruto, como veo que lo hacés vos. ¡Ah! la foto primera, con esa violeta perfectamente definida en el centro, es una real belleza. Un abrazo.
Gracias María del Carmen, eres muy amable. Siempre me alegra leer tus comentarios.
Un beso.
¡¡Te haría ahora mismo mi tarta de caramelos de violetas si pudieses probar un trocito¡¡ 🙂
Aiiiiish!!! Isabel, por lo menos pásame la receta que ya se me hace la boca agua. Jamás se me hubiera ocurrido utilizarlos para hacer una tarta.
Un beso!