Era inevitable, Carlos V e Isabel de Portugal eran dos recien casados que visitaban Granada tras su boda, celebrada en Sevilla. En cuanto pusieron el primer pie en la Alhambra quedaron prendados de la belleza de la ciudad monumental y decidieron que allí debían construir una residencia real. Al contrario de sus abuelos paternos, los Reyes Católicos, no les bastaba adaptar algunos aposentos de los palacios existentes para su uso y disfrute, ellos deseaban un edificio más regio y acorde a las modas que correspondían al Renacimiento. El Rey encargó la construcción de un palacio al uso, con enorme patio de armas en el centro con planta circular.
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Tras abandonar el Generalife, comenzamos el paseo en descenso para regresar al recinto interior de la Alhambra. Caminamos de nuevo por los Jardines Nuevos y el Paseo de los Cipreses, las ruinas de la antigua Medina quedan a nuestro paso: cimientos de antiguas casas civiles, albercas sin los muros que en algún tiempo las rodeaban, etc. Entramos a la ciudad fortificada por la Puerta del Agua y seguimos caminando con este paisaje a nuestro alrededor.
Pasamos por delante de la Puerta de los Siete Suelos, una de las cuatro de la muralla que da acceso al exterior de la medina. Fue destruida durante las Batallas Napoleónicas y se reconstruyó en el Siglo XX gracias a grabados de Washington Living. Por ella abandonó la ciudad el último rey de Granada, Boabdil, tras su derrota por los Reyes Católicos.
Traspasamos la Puerta del Vino, la más antigua de la ciudad, y continuamos el camino paralelo al curso del agua que recorre toda la ciudad, hasta llegar al Palacio Real de época cristiana.
A pesar de que el palacio en sí no me disgusta, pienso que la ubicación no fue un acierto. Pero, claro, en lo que menos pensaba Carlos era en mi opinión, españolita del siglo XXI. Esta construcción parte en dos la estructura del recinto nazarí y por unos instantes se rompe la magia del cuento de las mil y una noches en que te sumerges cuando caminas por la Alhambra. Aún así, cuando lo abandonas y continúas el camino hacia la Alcazaba y los Palacios Nazaríes, la imaginación vuelve de nuevo al origen musulman de la ciudad.
El Palacio del Carlos V es la parte menos atractiva de la Alhambra que, aun así, no deja de ser francamente espectacular. El entorno es un paraíso mediterráneo -el mar está a sólo 50 km de distancia- a 850 metros de altitud, rodeada de bosques posteriores a la etapa nazarí de la fortaleza. En otra entrada compartiré las fotos de la visita a la Alcazaba, la zona donde vivían los soldados responsables de defender al sultán y su familia, y la más antigua de la fortaleza.
¡Que maravilla! Me a encantado el paseo. Preciosas fotos Monica. Un beso enorme.
Me alegra que te gustara, Lola.
Un beso para ti.
Precioso paseo y bellas fotos ¡lo bien que lo has pasado!
Muchos besos.