En el blog ya hemos visitado varios jardines franceses, con algunas fotografías y mucha imaginación. Imaginar estos extensos terrenos repletos de vegetación no es lo mismo que estar en ellos, pero nos sirve para disfrutar un rato de su belleza y soñar con largos paseos bajo el sol entre sus flores. Hasta ahora os he mostrado muchos jardines de la Provenza, mi zona favorita, junto al Mediterráneo. Hoy os llevo al punto cardinal opuesto, nos vamos al Oeste del país para conocer otro precioso jardín de un estilo muy distinto al provenzal.
Los jardines de Manoir d’Erygnac se encuentran entre los más bellos jardines franceses del Perigord negro, una antigua provincia del suroeste de Francia. Está ubicado en medio de un bosque cerca de Montignac y ha pertenecido a la misma familia durante 22 generaciones, desde hace más de 500 años.
Fueron construidos originalmente en el siglo XVIII, al estilo del jardín francés. En el siglo XIX se remodelaron según la nueva moda reinante, el parque inglés, pero en el siglo XX se recuperó su forma original, buscando sobre el terreno las huellas del antiguo jardín: muretes, escaleras y las cavidades de las antiguas plantaciones.
Los jardines son una de las más bellas representaciones de la jardinería francesa, con una colección única de más de 300 esculturas de plantas y 50.000 tejos, hayas y cipreses. El trazado es geométrico entorno a un eje central y se aprovechan todos los recursos ópticos para provocar en el visitante el deseo de descubrir gradualmente el jardín. Las elevaciones vegetales se cortan formando muros y topiarias que esconden lugares ocultos que encierran nuevos macizos de flores.
Este gran «jardin à la française» está subdivido en 7 espacios:
Avenida de los carpes
Este paseo de césped, de potente arquitectura, define el eje de simetría imprescindible en un jardín a la francesa. Tejos y cipreses pulcramente recortados y carpes plantados con una simetría extraordinaria hacen de este jardín una enciclopedia de la topiaria. El paseo lleva a un lugar más secreto y escondido, el callejón de los jarrones, que conduce a un pequeño rincón que invita a la calma y la intimidad.
El jardín blanco
En los antiguos jardines franceses era muy frecuente encontrar un jardín blanco, sinónimo de pureza y elegancia. En este jardín se cultivan cuatro variedades de rosas. Trepadoras, cubresuelos o arbustivas, pero todas ellas de color blanco: Opalia, Fée des Neiges, Albéric Barbier e Iceberg. Alrededor de la fuente circular, entre ranas de bronce y en cuatro vasijas de porcelana de Anduze, crecen surfinias y gauras.
La pagoda china
El siglo XVIII fue el periodo glorioso de la Compañía de las Indias Orientales. El estilo «Chinoiserie» se puso de moda en toda Europa, tanto en el interior de las casas como en los jardines. La Pagoda China rememora esta época.
Prado de flores silvestres
Un espacio amplio y abierto, de aire bucólico y fantasioso cuya entrada está enmarcada por un huerto de árboles frutales. El prado es un jardín campestre, creado a partir semillas de flores silvestres que una vez establecidas no necesitarán resembrado y seguirá el ciclo natural de una plantación libre.
Huerta y jardín de flores
El huerto concilia estética y producción de frutas y verduras. Uno puede encontrar coles, tomates, perejil, guisantes, judías, calabazas, acelgas, etc., pero también dalias o capuchinas. Una asociación beneficiosa de flores y verduras que favorece la biodiversidad y reduce la necesidad de insecticidas.
La Mansión de Artaban
En el corazón de los jardines, la mansión del siglo XVII es el hogar de la familia. Frente a la casa, a cada lado del patio, hay dos pabellones: el Dovecote (que en su momento era un signo exterior de la nobleza) y la capilla. Un gran estanque, que en algún tiempo sirvió como criadero de peces, la presencia de cipreses, las aberturas en los setos de tejos y los floreros italianos recuerdan la influencia italiana en los jardines franceses.
Jardín francés
Los jardines franceses estaban formados básicamente por parterres planos, decorados con arabescos formando cajas enanas que enmarcaban las flores. Siempre fueron diseñados para ser vistos y apreciados desde arriba, como una inmensa alfombra, desde la terraza o desde el primer piso de las mansiones. Los jardines de Eyrignac fueron creados un siglo más tarde que la mansión y la zona que se puede divisar desde la casa es escasa en comparación con la extensión del jardín. Por ello solo hay un pequeño parterre de estilo puramente francés. El resto del jardín es una mezcla de estilos francés e italiano.
Os dejo algunas fotografías más. Para ampliar información podéis ir a la web oficial donde están descritas todas las maravillas de este espacio, las posibilidades de visitarlo y los servicios que ofrece.